Veneradores
de la verdad y la belleza, capaces de persistir en la persecución de una
utopía. Así nos podemos presentar ante la comunidad, parafraseando a
José Ingenieros. La Augusta y Respetable Logia General Belgrano Nº 250 trabaja
en el Valle de Salta desde el 14 de agosto de 1910 según los archivos que se
preservan en la Gran Logia de Buenos Aires; posiblemente, desde mucho antes. El
solar de calle España Nº 785, en el corazón mismo de nuestra Ciudad, supo ser
nuestra sede según los registros catastrales, actualmente trabajamos en calle
Mitre al 1500. Nos definimos como una Hermandad, pues, profesando distintas
creencias y las mas variadas posiciones partidarias, nos encontramos en la
Logia, compartiendo los mas altos ideales que supieron levantar como banderas
hombres de la talla de Manuel Belgrano, José Francisco de San Martín, Domingo
Sarmiento, José de Moldes, y Joaquín Castellanos, quienes nos enseñaron a
mantener la unidad resguardando la diversidad. Aún a distancia de la
personalidad de Manuel Belgrano, admiramos las virtudes cívicas de quien –como
él-, ofrendó a la Patria en ciernes su salud y patrimonio. Trabajamos en
nuestro desarrollo personal, como hombres; capaces de ofrecer el mejor de los
dones que permite la razón humana, el conocimiento, para dar mayor luz al Mundo
en que vivimos. Hermanos que se yerguen sobre sus debilidades para reconocernos
en nuestras fortalezas y aspiraciones. Nuestros predecesores tomaron como
símbolo de la Logia General Belgrano una semilla de mostaza, el mismo que
tomara el Maestro para su parábola, y que entendemos útil para señalar el
potencial en cada hombre, “la más pequeñas de las semillas, pero que cuando
crece es la más grande hortaliza y se convierte en arbustos, de tal manera que
los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. En síntesis,
entendemos que el hombre nace bueno, con virtudes intrínsecas, y nos hermanamos
para trabajar para que cada uno y todos crezcamos en esa potencialidad
inherente a la partícula divina que atesoramos como hijos del Gran Arquitecto
del Universo, a quien invocamos y a quien dedicamos nuestra labor permanente.
No buscamos hombres perfectos, sino con voluntad de perfeccionarse.