LA MASONERÍA ARGENTINA REINAUGURA
EL CENOTAFIO DE JUAN BAUTISTA ALBERDI
Hoy, 24 de abril de
2017, en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, la
Masonería argentina reinaugura el cenotafio del insigne tucumano (cenotafio: monumento
funerario en el cual no está el cadáver del personaje a quien se dedica), autor de las “Bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina”. Tras el deterioro del
exquisito monumento, la extensa obra de restauración fue llevada a cabo por la
Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, con el apoyo de sus
talleres, artistas, artesanos y profesionales destacados.
Juan Bautista Alberdi nació
en San Miguel de Tucumán, el 29 de agosto de 1810. Fue abogado, jurista, economista, político,
estadista, diplomático, diputado, escritor y músico argentino, y el autor
intelectual de la Constitución Argentina de 1853. Su padre fue un
comerciante vasco, dueño de una importante pulpería, que supo intervenir en la defensa
de Buenos Aires en ocasión de las Invasiones Inglesas; su madre, una criolla de
reconocida familia tucumana, que falleció al darlo a luz.
Inició sus estudios en
el Colegio de Ciencias Morales de la Ciudad de Buenos Aires, para comenzar los
superiores en la Universidad de Buenos Aires, continuándolos en la Universidad
de Córdoba, luego en Montevideo, para finalmente diplomarse como Doctor en Jurisprudencia en la
Universidad de Chile.
De su obra
“Bases” nos permitimos extraer, si bien arbitrariamente mas siempre con el
máximo respeto, dos de sus párrafos que preservan plena vigencia: “La Constitución debe dar garantías de que
sus leyes orgánicas no serán excepciones derogatorias de los grandes principios
consagrados por ella, como se ha visto más de una vez. Es preciso que el
derecho administrativo no sea un medio falaz de eliminar o escamotear las
libertades y garantías constitucionales. Por ejemplo, la prensa es libre, dice
la Constitución; pero puede venir la ley orgánica de la prensa y crear tantas
trabas y limitaciones al ejercicio de esa libertad, que la deje ilusoria y
mentirosa. Es libre el sufragio, dice la Constitución; pero vendrá la ley
orgánica electoral, y fuerza de
requisitos y limitaciones excepcionales, convertirá en mentira la libertad de
votar. …”.
Alberdi se
preocupó y ocupó de los temas fundamentales de nuestra Nación en ciernes, así,
respecto a la unión nacional supo considerar: “…La idea de una unidad pura debe ser abandonada de buena fe, no por
vía de concesión, sino por convencimiento. Es un hermoso ideal de gobierno;
pero en la actualidad de nuestro País, imposible en la práctica. Lo que es
imposible, no es del dominio de la política, pertenece a la universidad, o si
es bello, a la poseía. … La unidad no es el punto de partida, es el punto final
de los gobiernos.; la historia lo dice, y la razón lo demuestra. …”.
Alberdi
perteneció a la “Generación del ´37”, integrando en ese entonces el “Salón
Literario”, círculo de intelectuales de
la época, enrolados en el llamado “movimiento romántico”, gestado por Marcos
Sastre, del que supieron participar, entre otros, figuras de la talla de Miguel
Cané (padre), Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría, y Vicente Fidel López. El “Salón Literario” funcionaba como
tertulias en las que se departía sobre literatura, arte y moda, influidos por
el romanticismo europeo, y ofreció marco a la discusión de las nuevas ideas
políticas. Presionados por el Gobierno de Juan Manuel de Rosas, cerró a los
seis meses; no obstante ello posibilitó luego la “Asociación de la Joven
Generación Argentina”, y posteriormente la “Asociación de Mayo.
A fines
de 1938 Alberdi se niega a prestar juramento de fidelidad al Gobierno de Juan
Manuel de Rosas, se expresa su ferviente opositor, e inicia su exilio, primero
a Montevideo, luego Europa y por último Chile. De regreso a nuestro País se
desenvuelve en funciones legislativas y diplomáticas. En razón de un proyecto
de Ley que impulsa el Presidente Julio A. Roca sus Obras completas son
publicadas por el Estado Nacional.
Se
manifestó contrario a la Guerra de la Triple Alianza en su obra “El crimen de
la guerra”; y en razón de ello, Bartolomé Mitre se dedica a desacreditarlo por
medio del Diario La Nación, e impidiendo
el consenso necesario en el Senado de la Nación para su designación como
embajador en Francia.
Cansado y un tanto
humillado decidió alejarse definitivamente del País. Partió rumbo a Francia el
3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo: "lo que me aflige es la soledad". Murió en
Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, el 19 de junio de 1884. Sus restos fueron
repatriados en 1889. Embarcados el 28 de
mayo de ese año a bordo del vapor "Azopardo", se los trasladó primero
a la Catedral de Buenos Aires, donde se le rindieron honores hasta el 5 de
junio, fecha en que se ubicaron en la bóveda de la familia Ledesma en el Cementerio
de la Recoleta, que los albergó hasta ser depositados en el mausoleo erigido en
un terreno donado por la Municipalidad de Buenos Aires. Actualmente descansan
en un nicho construido en la Casa de Tucumán.
Alberdi fue miembro
honorario de la Logia San Juan de la Fe Nº 20, actuó masónicamente en Buenos
Aires, Francia y Montevideo, donde contó con la protección de Garibaldi y
Mazzini e integró “La joven Italia”. Fue el encargado de llevar a
Montevideo las Palabras Simbólicas de la citada Asociación de Mayo, fundada por
Esteban Echeverría.
El 29 de agosto se conmemora en la Argentina el Día del abogado en
su honor, recordando su nacimiento. Su pensamiento y acción sirven de ejemplo
al profesional del Derecho, comprometiéndonos a una sociedad justa y
progresista.