domingo, 16 de abril de 2017

Xenofobia

La xenofobia, temor o aversión exagerada al extranjero, es un sentimiento extraño a la sociedad argentina; circunstancias históricas y jurídicas así lo señalan.
Tras largas luchas intestinas, nuestra Nación alcanza a acordar su Ley Suprema (nuestro Contrato Social), recién en 1853. El Preámbulo es la antorcha que da luz a todo el texto constitucional, e ilumina de ese modo toda la normativa que da estructura política y jurídica al Estado. Es en éste exordio donde los Constituyentes proclamaron al Mundo que nuestra Nación es, ante todo, inclusiva, abierta a todos los hombres que quieran habitar nuestro suelo argentino.
A tal punto esa concepción progresista, que tras establecer en el art. 2º que “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano” (concepto que no debemos confundir con el de religión oficial del Estado, que nunca la tuvimos, mucho menos a partir de la reforma de 1994 cuando se modifica el viejo art. 76 -hoy 89-, que reservaba los cargos de Presidente y de Vicepresidente para un creyente de esa fe); en el art. 14, al declarar los derechos fundamentales, reconoce el de profesar libremente el culto de cada quien.
La consagración de éste derecho fundamental está íntimamente ligada al interés en la inmigración y fue, según los diarios de debate, uno de los mas intensos en la Asamblea Constituyente en la Santa Fe de 1853. Se impuso el pensamiento de Juan Bautista Alberdi –entre otros-. El ilustre tucumano, que ilumino aquel tiempo con sus “Bases”, expresó en ésta su obra: “¿Queremos plantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hombre europeo y de Estados Unidos?. Traigamos pedazos vivos de ella en las costumbres de sus habitantes y radiquémoslas aquí.”. “… Si queréis familias que formen las costumbres privadas, respetad su altar a cada creencia. … El dilema es fatal: o católica exclusivamente y despoblada; o poblada y próspera, y tolerante en materia de religión. … Traerlos sin su culto, es traerlos sin el agente que los hace ser lo que son; a que vivan sin religión, a que se hagan ateos. … Sosteniendo esta doctrina no hago otra cosa que el elogio de una ley de mi País que ha recibido que ha recibido la sanción de la experiencia. Desde octubre de 1825 existe en Buenos Aires la libertad de cultos, pero es preciso que esa concesión provincial se extienda a toda la República Argentina por su Constitución…”.
Como Nación hemos sido siempre abiertos, inclusivos; razonablemente, encontraremos “matices”, hechos o situaciones ajenas o contrarias a ésta filosofía moral y política que supieron definir nuestros prohombres; pero el odio al extranjero jamás ha sido característica de los argentinos, muy por el contrario. Se estima que entre 1870 y 1930 ingresaron al territorio argentino siete millones de extranjeros, principalmente europeos, que vinieron a trabajar y enriquecer cultural y económicamente nuestro País. Posteriormente, entre 1950 y 1980 se verificó un fuerte flujo de inmigración regional, principalmente de Naciones limítrofes, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Brasil, y Uruguay. ¿Acaso nuestra principales ciudades no poseen asociaciones españolas, italianas, israelitas, sirio libanesas?, ¿casas de paraguayos, uruguayos, bolivianos y tantas colectividades mas?.

Monumento al Inmigrante

Ahora bien, respecto a la xenofobia, ¿que podríamos definir como masones?. Sin retroceder mucho en la historia, en el Medioevo, se verifica el gremio de los constructores, estructura sobre la que se erigirá la Masonería; aprendices, compañeros y maestros, conocedores de las palabras de pases, se desplazaban por el Viejo Continente y por el Medio Oriente afanados en la construcción de templos y castillos. A esa circunstancia de libertad de tránsito se suma que en 1789, en ocasión de la Revolución Francesa, la Masonería logra imponer para la Humanidad toda, los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Para no abrumarnos en un examen exhaustivo, recordemos sólo el art. 1º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de aquel año:Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.”. Cabe pues preguntarnos ¿Cómo podríamos sostener y fundar ideas o sentimientos xenófobos sin traicionar nuestra historia y nuestras banderas?
En la actualidad resulta preocupante un creciente rebrote de formaciones y de actitudes xenófobas. Los conflictos interculturales raciales o religiosos, pero principalmente las crisis económicas y las guerras provocadas por la angurria de multinacionales petroleras o fabricantes y traficantes de armas, provocan grandes migraciones que los mismos generadores no están dispuestos a atender en razón de su irresponsabilidad social.
Como argentinos y como masones, no sólo no podemos asumir pensamientos o sentimientos xenófobos, sino que por convicciones debemos rechazarlos expresa y públicamente.


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