Desde de la Primera Junta Gubernativa hasta el Segundo Triunvirato se había seguido usando el escudo de armas de la corona española, pues se mantenía la estrategia de “disfrazar” la insurgencia, de modo de deslegitimar toda posible reacción realista, evitando proclamar abiertamente la independencia, estrategia conocida como “la máscara del Rey Don Fernando VII”.
El Escudo
argentino, uno de los primeros en la ”heráldica”
de las nuevas Naciones americanas, fue adoptado por la Asamblea General
Constituyente y Soberana de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata,
cuando por Decreto del 12 de marzo de 1813 -firmado por Hipólito
Vieytes (masón), y Tomás Antonio Valle, secretario y presidente respectivamente-, dispuso “que el Supremo Poder Ejecutivo use
el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la sola diferencia de que la
inscripción del Círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata”.
La Asamblea
inició sus sesiones el 31-01-1813, y hay al menos dos documentos que prueban el
uso del distintivo por la misma, ya con anterioridad al 12-03-1813, pues
se conservan dos cartas de ciudadanía expedidas por aquélla el 22 de febrero en
las que aparece por primera vez el escudo estampado en un sello de lacre. Una
de ellas (que se encuentra guardada en el Museo Histórico Nacional) fue
extendida a favor de don Antonio Olavarría, mientras que la otra fue otorgada
al extranjero Don Francisco de Paula Saubidet. Ambas están firmadas por el
general Alvear, presidente del Cuerpo, y por el secretario Vieytes.
La
autoría del Escudo
Una de las primeras medidas de la
Asamblea fue encomendar al diputado por la Provincia de San Luis, Agustín José
Donado (masón), la confección de un sello nuevo, para legalizar los documentos
emitidos por el cuerpo legislativo.
No
sabemos si fue el propio Donado el autor el diseño del escudo -pues era
dibujante e imprentero-; o si fueron los artistas peruanos Isidro Antonio de
Castro, o Juan de Dios Rivera. Lo que sí se sabe es que este último –Rivera-, confeccionó
el cuño definitivo del sello, que devendría en nuestro Escudo Nacional,
elaborado de plata y bronce; pues en el Archivo General de la Nación se ha
encontrado un reclamo elevado por este artista al Gobierno, solicitando el pago
de dos sellos por él confeccionados (uno para la Asamblea y otro para el Poder
Ejecutivo del Estado); que le fueran encomendados por el diputado Donado.
Estilo
Peruano
La autoría del sello podría corresponder
al artista peruano Isidro Antonio de Castro. Consideremos que la Asamblea
comenzó a sesionar el 31 de enero de 1813 y el primer registro del sello de ese
cuerpo data del 22 de febrero de ese año. Tan exiguo lapso y la ausencia de
actas de la Asamblea de donde surjan el debate, la encomienda y la aprobación
del sello, permiten suponer que la iniciativa de un nuevo sello pudo haber sido
del Primer Triunvirato (más específicamente, por el triunviro Bernardino
Rivadavia), a Isidro Antonio de Castro, residente por ese entonces en Chile.
En agosto de 1812 Castro habría remitido
a Rivadavia dos diseños. Estos bocetos se guardaron. Encomendado por la Asamblea General
Constituyente y Soberana, el Diputado Agustín José Donado podría haber accedido
a los dibujos de Isidro Antonio de Castro, eligió uno de ellos, y se lo pasó a
Juan de Dios Rivera, para que éste elaborara el cuño del sello, que
efectivamente utilizó tiempo después la Asamblea. Lo cierto es que ninguno de
los bocetos Isidro Antonio de Castro se ha conservado.
Lo
que sí es cierto, es que el autor del dibujo del futuro Escudo Nacional fue un
artista con fuerte influencia peruana; como lo denota el sol marcadamente
incaico que corona el sello y el gorro frigio que remata en una borla -característica
de los pueblos que habitan el altiplano, que no se observa en los gorros
frigios originarios o los que vemos en las obras de arte europeas. Tengamos
presente que hay versiones que sostienen que en el diseño habría colaborado
Bernardo de Monteagudo (masón); en tanto otras recuerdan que el propio Manuel
Belgrano (también masón), habría prometido a Juan Bautista Condorcanqui
Monzjarrás (Tusngasuca 1747 Buenos Aires 1827), descendiente del Inca, que en
la heráldica de las Provincias Unidas habría algún símbolo incaico.
Manipulación
del Escudo Patrio
Marcelo Valko, psicólogo de la UBA,
investigador e historiador, sostiene que “Algunas
de las pruebas que evidencian la intención de los revolucionarios de 1810 para
integrarnos a la historia americana se encuentran invisibilizadas ante nuestros
propios ojos por los ideólogos de la historia oficial, entre los que se destaca
Mitre, que calificaba de ‘amalgama extravagante’ la asociación de las antiguas
tradiciones indígenas y las nuevas aspiraciones de la independencia y libertad”.
Refiere con esto a la manipulación del
Escudo de las provincias Unidas del Río de la Plata, cuyo gorro frigio
originario llevaba una borla, tal cual se advierte tanto en la Bandera del
Ejército del Norte como en la del Ejército de los Andes.
La enseña que Manuel Belgrano hace
bendecir en la Iglesia Matriz de Jujuy por el
Canónigo Juan Ignacio de Gorriti, y juran solemnemente luego las tropas, fue
luego donada por el prócer al Cabildo de Jujuy, y se preserva como Bandera Nacional de la Libertad Civil. SE verifica
en ella la borla en el gorro frigio.
La Bandera del Ejército de
los Andes fue bordada por las monjas del Monasterio de la Buena
Enseñanza, María de los Remedios de Escalada y las damas patricias mendocinas,
quienes donaron perlas, diamantes y otras piedras preciosas de sus joyas y lentejuelas
de oro de sus abanicos. El 5 de enero de 1817 el General Don José de San Martín
y sus soldados prestan juramento a dicho Pabellón, que se conserva en Mendoza y
en el se observa el detalle del gorro frigio con la borla incaica.
El historiador, escritor y periodista Osvaldo
Bayer afirma: “Qué espíritu profundo la de nuestros patriotas de Mayo. Querían
amalgamar los ideales de la humanidad que luchaba en ese tiempo por la Igualdad
en Libertad, con símbolos de la tierra americana. Y está allí, en el gorro
frigio con la borla incaica. Un espíritu de fraternidad entre los pueblos
originarios y los que eran ya hijos de los europeos venidos a estas tierras.
Los ideales de una humanidad fraterna pero también con los rastros de las
culturas autóctonas.”
El gorro frigio es un símbolo de larga
tradición, que encuentra su origen en el que usaban los libertos de la Roma
imperial. La borla fue una estilización al uso de los hombres de las naciones
andinas.
El Decreto Ley Nº 10.302 del 24-04-1944
del Presidente de facto Edelmiro Julián Farrel, que define el uso y tratamiento
de los símbolos patrios, expresa en uno de sus considerandos: “…Que al adoptarlo ahora como se encuentra
diseñado en la documentación de la Asamblea, cree prudente el Poder
Ejecutivo no entrar a considerar objeciones de carácter estético o de otras
clases opuestas al Sello, y en especial a algunos de sus atributos,
pues su reforma escapa a las facultades del Poder Ejecutivo, ya que son
instituciones de carácter constitucional;…”, para concluir desconociendo el
gorro frigio con borla incaica.
No debe extrañarnos tal concepción, valga
como ejemplo de la europeización de sectores de la sociedad y del poder de la
Argentina, lo acaecido en 1983 en ocasión del retorno a las instituciones
democráticas. El bastón que como símbolo de mando se entregaba a los
Presidentes argentinos era de estilo inglés, de caña de malaca con regatón y empuñadura
de oro, y guardas de estilo neoclásico. Fue el platero criollo Juan Carlos
Pallarol quien, requerido para la tarea de confección de un nuevo bastón para
el Presidente electo, Dr. Don Raúl Ricardo Alfonsín, propuso un modelo
americano, madera de urunday en vez de caña de malaca, y regatón y empuñadura
de plata en vez de oro. En vez de guarda neoclásica, veinticuatro cardos que representaban a cada provincia, sumado a tres
pimpollos sin florecer en alusión a las islas del Atlántico Sur (Islas Malvinas,
Georgias del Sur y Sandwich del Sur). Solo un detalle de oro: el Escudo
Nacional. Las autoridades del Gobierno de facto no aceptaron el diseño, por lo
que se elaboraron dos bastones, uno tal cual lo exigían los militares, que el
Presidente Alfonsín recibió en el acto de su investidura, y otro con el diseño
criollo de pallarols, que fue el que luego utilizaría el líder radical durante
su presidencia.
Juan de Dios Rivera
Juan de Dios Rivera nació en la ciudad
imperial de Cusco, en el Virreinato del Perú, alrededor del año 1760. Fue hijo
del español Alonso de Rivera y de la ñusta Juana de la Concha Túpac Amaru
(ñustas eran las princesas del Imperio Incaico). Su nombre originario en
quechua era Quipte Tito Ahpauti Concha Tupac Huáscar Inca. Esta posición
convertía a Juan de Dios Rivera en primo de Túpac Amaru II, el último de los
Incas, protagonista de la más importante sublevación aborigen independentista
en la América hispana durante el siglo XVIII.
Al ser
derrotado Túpac Amaru II en Tinta en 1781, ese mismo año, Rivera y su familia
llegaron a la ciudad argentina de Córdoba, de ésta ciudad pasó a Luján. Aquí
estuvo a punto de morir de fiebre, pero se salvó, por lo que sintió que estaba
en deuda con la Virgen de Luján y decidió compensarla. Algunos años más tarde,
ya instalado en Buenos Aires y casado con Mercedes Rondeau, realizó un grabado
de Nuestra Señora del Luján en forma gratuita. El obispo porteño, Manuel Azamor,
vio el negocio y mandó hacer miles de copias, aclarando que quienes las compraran
recibirían 120 días de indulgencia, es decir cuatro meses de pecados
perdonados. La ofrenda de Rivera terminó convirtiéndose en el mayor éxito de
ventas de 1789.
Cuando tuvo que confeccionarse el sello
del Real Consulado de Buenos Aires, donde Manuel Belgrano se desempeñaba
como Secretario Perpetuo, se acudió a Rivera para elaborarlo; tarea que el “Inca”
cumplió eficazmente. Este es el antecedente más importante, relacionado con la
encomienda que posteriormente el Diputado por San Luis a la Asamblea del Año
XIII, Donado, le haría. Rivera tenía experiencia en el diseño y confección de
sellos oficiales. Es obra suya el único retrato fiel del rostro de Mariano
Moreno por el cual sabemos qué aspecto físico tenía el prócer.
El Escudo
Nacional encuentra su modelo en el sello
de un
salvoconducto francés
Un investigador francés destacó la
similitud de nuestro emblema con un salvoconducto usado por miembros de un club
masónico revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre
1790 y 1793, en París.
La relación surgió en año 1987, cuando
Francia se aprestaba a festejar el Bicentenario de la Revolución de 1789. El
programa de festejos incluía un coloquio en la Universidad de la Sorbona,
destinado a examinar la influencia de la Revolución sobre los movimientos
independentistas en la América latina. El embajador argentino en París era por
entonces Don Carlos Ortiz de Rozas, quien se ocupó de las investigaciones que
permiten nueva luz sobre el origen de nuestro Escudo Nacional.
La similitud entre aquel sello galo y
nuestro Escudo exime de mayor discusión. La
Directora del Departamento de Grabados y Fotografías de la Biblioteca
Nacional de Francia, Laure Beaumont-Maillet, explicó al embajador Ortiz de
Rozas que, a su entender, el movimiento del azul de la mitad superior del
escudo se asemeja a pequeñas olas, por lo que podría indicar que los diputados
que lo usaban como credencial para ingresar a la Asamblea Nacional provenían de
una región marítima de Francia.
Las manos
estrechadas
Las manos que se estrechan simbolizan el
compromiso fraterno de los “pueblos de la ínclita unión”, al decir de Vicente
López y Plantes (Himno Nacional Argentino). El modo en que se enlazan ambas
manos guarda especial significancia para los miembros de la Orden masónica,
exteriorizando la vinculación de la misma a la causa emancipadora. El símbolo
puede verse también en el emblema usado por el club masónico revolucionario francés para acceder
a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793.