lunes, 13 de febrero de 2017

Domingo Faustino SARMIENTO

Domingo Faustino SARMIENTO (San Juan, Provincias Unidas del Río de la Plata, 15 de febrero de 1811- Asunción, Paraguay, 11 de septiembre de 1888) Uno de los grandes prosistas castellanos, es destacado tanto por su labor en la educación pública como en su contribución al progreso científico y cultural de su país.
Nació en una casa del barrio Carrascal, uno de los más humildes de la ciudad de San Juan. Los primeros maestros de Domingo fueron su padre José Clemente Cecilio Quiroga Sarmiento y su tío paterno José Manuel, quienes comenzaron a enseñarle lectura a los cuatro años. En 1816 ingresó a una de las llamadas “Escuelas de la Patria”, fundadas por los gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez, maestros profesionales. Finalizados estos estudios en 1821 su madre sugirió que cursara el seminario en Córdoba, pero Sarmiento se negó, tramitando una beca para ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires, la que no le fue concedida. Las becas se daban por sorteo o por contactos. Sarmiento no fue sorteado y al no contar con dinero suficiente ni con familiares ni amigos influyentes no pudo continuar con sus estudios y debió quedarse en San Juan. A partir de entonces fue un autodidacta. Un amigo ingeniero lo ayudó con las matemáticas, su tío José de Oro lo ayudó con el Latín y Teología. El francés lo estudió solo, en sus ratos libres.
En 1827 Domingo Faustino Sarmiento fue reclutado por el ejército federal. Según sus relatos, Sarmiento, como alférez de milicia debía realizar tareas que lo incomodaban. Presentó un reclamo y fue citado por el gobernador Manuel Quiroga. Durante la reunión Sarmiento pidió ser tratado con equidad, pero esto fue tomado como un desacato y fue enviado a prisión. Debido a este, y a otros enfrentamientos personales con integrantes del Partido Federal, decidió abrazar la causa unitaria y se incorporó al ejército comandado por José María Paz. Debido a la victoria federal en su provincia, en 1831 se vio obligado a emigrar hacia Chile, donde realizó distintas actividades para subsistir. Durante este tiempo trabajaba como profesor en una escuela de la provincia de Los Andes, En 1836, mientras se desempeñaba como minero, contrajo fiebre tifoidea y, a pedido de su familia, el entonces gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, le permitió volver a la Argentina.
Integró la Sociedad Dramática Filarmónica, y en 1838 fundó la Sociedad Literaria, filial de la Asociación de Mayo. Participando actividades artísticas tomó contacto con la Generación de 1837 y retomó la actividad política. La sede del grupo artístico del que formaba parte fue utilizada como centro de reunión de quienes se oponían a Juan Manuel de Rosas, por entonces gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones Exteriores de Argentina. En 1839 fundó el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, un instituto secundario para señoritas, y crea el periódico El Zonda, desde el cual dirigió duras críticas al gobierno. Debido a sus constantes ataques al gobierno federal, el 18 de noviembre de 1840 fue apresado y nuevamente obligado a exiliarse hacia Chile.
En el país trasandino escribió para los periódicos El Mercurio, El Heraldo Nacional y El Nacional; y fundó El Progreso. En 1842 fue designado por el entonces Ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt Torres, para dirigir la Escuela Normal de Preceptores, la primera institución latinoamericana especializada en preparar maestros. También impulsó el romanticismo, llegando a polemizar con Andrés Bello. Su labor como pedagogo fue reconocida por la Universidad de Chile, que lo nombró miembro fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y en 1845 el presidente Manuel Montt Torres le encomendó la tarea de estudiar los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos. Durante su paso por Francia visitó a Don José de San Martín que vivía exiliado por propia voluntad en su residencia de Grand Bourg.
En 1851 regresó a la Argentina, donde se unió como gacetillero al Ejército Grande del general Justo José de Urquiza. Luego de la caída de Juan Manuel de Rosas se instaló en Buenos Aires, pero entró en conflicto con Urquiza, y se vio obligado a volver a Chile. Durante este periodo entabló discusiones con Juan Bautista Alberdi acerca de la política del país. La polémica ideológica se limitaba al liberalismo, pensamiento al que ambos adscribían. Los dos pensadores eran partidarios del constitucionalismo, del contractualismo, de la democracia, de la república, de la inmigración, de la educación y del progreso. Sus enfrentamientos fueron políticos más que ideológicos. El sanjuanino expuso sus opiniones en las Ciento y una mientras que el tucumano las expresó en las Cartas quillotanas.
Regresó a la Argentina en 1855 y fue redactor del diario El Nacional y actuó como miembro consultivo de la provincia de Buenos Aires. Al año siguiente fue elegido concejal municipal de la ciudad de Buenos Aires. En 1857 y 1860 fue elegido senador y mientras tanto se desempeñó como Jefe del Departamento de Escuelas. En 1860 fue miembro de la Convención Constituyente y al asumir Bartolomé Mitre la gobernación de Buenos Aires lo nombró Ministro de Gobierno. Luego de la batalla de Pavón acompañó al general Wenceslao Paunero en la campaña a Cuyo. Allí fue designado gobernador de San Juan (1862) y apoyó la persecución de los federales locales, en dos campañas que terminaron con el asesinato del caudillo riojano Chacho Peñaloza. En abril de ese año renunció a la gobernación y el gobierno lo envió en misión diplomática a Chile, Perú y Estados Unidos, donde escribió varios libros sobre política y educación. Desde el exterior rechazó los cargos de Senador Nacional por San Juan y de Ministro del Interior del presidente Mitre.
Mientras se encontraba en los Estados Unidos, fue electo para el cargo de Presidente de la Nación Argentina en las elecciones nacionales de agosto de 1868, asumiendo el cargo el 12 de octubre de 1868. La presidencia de Sarmiento fue la segunda de las presidencias históricas de Argentina. Estas presidencias históricas o fundacionales del estado argentino moderno tuvieron tres claros objetivos o metas: “nación, constitución y libertad”. La nación entendida como la unión definitiva de las provincias argentinas como entidad superior a las partes que la componen. La Constitución como las bases de los derechos de las personas y del poder. La libertad concebida como principio del liberalismo que dio paso a la “civilización” y relegó a la “barbarie”.
Durante su mandato se fundaron unas 800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816 escuelas, de las cuales el 27 % eran privadas; la población escolar se elevó de 30 000 a 110 000 alumnos. A fin de garantizar la educación primaria, trajo desde los Estados Unidos 61 maestras primarias; creó las primeras escuelas normales, tomando como ejemplo la Escuela Normal de Paraná, fundada en 1870. Subvencionó la primera escuela para sordomudos, que era privada. Fundó los Colegios Nacionales de La Rioja, Santa Fe, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario; y las escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en San Miguel de Tucumán y Salta. Propició la creación y el desarrollo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. En la capital fundó la Biblioteca Nacional de Maestros. En la Universidad Nacional de Córdoba se creó la Facultad de Ciencias Exactas, Física y Naturales, que dictaba la carrera de ingeniería. Por su iniciativa se crearon en la región cuyana las cátedras de mineralogía en los Colegios nacionales de Catamarca y de San Juan, que se convertirían en 1876 en la Escuela de Ingenieros de San Juan.
Dispuso el primer censo nacional, que se realizó en el año 1869; el mismo arrojó el resultado de 1 836 490 habitantes para el país. El 8 % del total eran inmigrantes europeos, el 70 % era población rural, y el 71 % del total era analfabeta. Durante su mandato tuvo un aumento importante la inmigración, con la llegada de 280 000 inmigrantes, que se asentaron principalmente en la ciudad de Buenos Aires y, en menor medida, en colonias agrícolas en las provincias del Litoral. El rápido aumento de la población en la capital generó problemas de vivienda e higiene a gran escala: en 1871, una epidemia de fiebre amarilla -probablemente a consecuencia de la guerra-, causó la muerte en Buenos Aires de alrededor de 14.000 personas. El gobierno nacional en pleno huyó de la ciudad, por lo que la lucha contra la peste debió ser llevada adelante por una comisión; esta dispuso la creación del Cementerio de la Chacarita, y en los años siguientes se crearon las primeras redes de aguas corrientes y de cloacas de la ciudad.
Sarmiento tuvo en materia de transportes y como uno de sus principales objetivos, la construcción de un ferrocarril trasandino, que uniera el océano Atlántico con el Pacífico. Para ello se favoreció la construcción del ramal desde Villa María hasta Río Cuarto; también se construyó el ramal desde Córdoba hasta Tucumán, y dos cortos ramales entre Concordia (Entre Ríos) y Mercedes (Corrientes), y entre Buenos Aires y Campana. La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros en 1868 a 1331 en 1874. Durante su mandato se tendieron unos 5000 km de líneas telegráficas, El 5 de agosto de 1874, en las postrimerías de su período presidencial, inauguraba la primera comunicación telegráfica con Europa. Se construyeron algunos puertos, como los de Zárate y San Pedro (Buenos Aires). En 1873 se creó el Banco Nacional.
Ya anciano, con su salud deteriorada por la sordera y una insuficiencia cardiovascular y bronquial, los médicos le aconsejaron alejarse de Buenos Aires para evitar el frío invierno de esa ciudad. A comienzos de 1888 se embarcó con su hija Faustina y sus nietos para Asunción. El 11 de septiembre de aquel año Sarmiento falleció en la capital paraguaya, a los 77 años de edad. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires diez días después. Ante su tumba, Carlos Pellegrini sintetizó el juicio general: “Fue el cerebro más poderoso que haya producido la América".

SU PERTENENCIA MASÓNICA: Fue iniciado en la Logia Unión Fraternal de Valparaíso, Chile, el 31 de julio de 1854. Poco tiempo después fue  uno de los fundadores de la Logia Unión del Plata Nº 1, de la que fue su primer Orador (representante de la ley masónica). El 18 de abril de 1882 se afilió a la Respetable Logia Obediencia a la Ley Nº 13. Previamente, en 1860, había recibido el Grado 33, máximo de la organización masónica, junto a Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Santiago Derqui y Juan Andrés Gelly y Obes. El 12 de mayo de 1882 asumió como Gran Maestre de la Masonería Argentina, en fórmula electoral con Leandro N. Alem.

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